Page 697 - Motivos de Consulta en Urgencias Pediátricas
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Libro_2: Manual 408pag 28/3/11 16:01 Página 672
MISCELÁNEA
El examen del esqueleto facial debe ser sistemático, comenzado con la
inspección, seguida de palpación manual. Los signos ciertos de fractura son:
deformidad ósea, movilidad ósea anómala y crepitación. Y los signos suge-
rentes de fractura son: hematoma, dolor a la palpación e impotencia funcio-
nal.
Neurológicamente, además de valorar el estado de conciencia, hay que
explorar la función motora del n. facial valorando la mímica facial y la fun-
ción sensitiva del n. supraorbitario (región frontal), infraorbitario (nariz, labio
superior, mejillas y dientes superiores) y del n. dentario inferior (labio infe-
rior, mentón y dientes inferiores), que pueden sufrir lesión en fracturas orbi-
tarias y mandibulares respectivamente.
A nivel orbitario valoraremos la motilidad ocular, tamaño y respuesta pupi-
lar, agudeza visual, lesiones conjuntivales o palpebrales, presencia de exof-
talmos o enoftalmos. Se ha de explorar el reborde orbitario valorando la exis-
tencia de escalones, hundimientos, asimetrías, dolor y parestesias infraorbi-
tarias y supraorbitarias.
El hematoma subconjuntival, con equimosis y edema periorbitario, sugie-
re fractura malar u orbitaria. Las pupilas a diferente altura y/o la diplopía pue-
den alertar sobre una fractura del suelo de la órbita.
A nivel del oído se ha de descartar la existencia de un hematoma sub-
pericondral en el pabellón auricular, explorar el conducto auditivo externo
para visualizar heridas y/o salida de líquido cefalorraquídeo, y realizar una
otoscopia para descartar hemotímpano.
A nivel nasal debe palparse siempre la pirámide nasal. En pacientes pediá-
tricos es más frecuente que las fracturas nasales sean de tipo cartilaginoso.
Buscaremos escalones en el dorso y las paredes laterales. La crepitación se
considera un signo de fractura. Se debe examinar el interior de la nariz con el
rinoscopio para descartar laceraciones y hematomas septales que requieren
un tratamiento urgente para evitar posteriores complicaciones. Además hay
que valorar la existencia de desviaciones en el tabique. La presencia de rino-
licuorrea orienta a una fractura de la lámina cribosa o de la pared posterior del
seno frontal.
A nivel del maxilar superior hay que valorar la existencia de movilidad
ósea. Para ello colocaremos una mano en la frente del paciente y con la otra
haciendo pinza en el bloque dentoalveolar superior, realizaremos movimien-
tos en sentido anteroposterior, observando la presencia/ausencia de movili-
dad y el nivel de la misma.
A nivel mandibular la presencia de crepitación, trismus, maloclusión,
movilidad anómala y anestesia del nervio dentario inferior son signos de frac-
tura mandibular. Se ha de explorar la ATM.
Las alteraciones en la oclusión dentaria nos orientarán hacia el tipo de
fractura mandibular: contacto prematuro posterior y mordida abierta anterior
(fractura bicondílea o de ángulo), mordida abierta posterior (fractura para-
sinfisaria o de proceso alveolar anterior), mordida abierta unilateral (fractura
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MISCELÁNEA
El examen del esqueleto facial debe ser sistemático, comenzado con la
inspección, seguida de palpación manual. Los signos ciertos de fractura son:
deformidad ósea, movilidad ósea anómala y crepitación. Y los signos suge-
rentes de fractura son: hematoma, dolor a la palpación e impotencia funcio-
nal.
Neurológicamente, además de valorar el estado de conciencia, hay que
explorar la función motora del n. facial valorando la mímica facial y la fun-
ción sensitiva del n. supraorbitario (región frontal), infraorbitario (nariz, labio
superior, mejillas y dientes superiores) y del n. dentario inferior (labio infe-
rior, mentón y dientes inferiores), que pueden sufrir lesión en fracturas orbi-
tarias y mandibulares respectivamente.
A nivel orbitario valoraremos la motilidad ocular, tamaño y respuesta pupi-
lar, agudeza visual, lesiones conjuntivales o palpebrales, presencia de exof-
talmos o enoftalmos. Se ha de explorar el reborde orbitario valorando la exis-
tencia de escalones, hundimientos, asimetrías, dolor y parestesias infraorbi-
tarias y supraorbitarias.
El hematoma subconjuntival, con equimosis y edema periorbitario, sugie-
re fractura malar u orbitaria. Las pupilas a diferente altura y/o la diplopía pue-
den alertar sobre una fractura del suelo de la órbita.
A nivel del oído se ha de descartar la existencia de un hematoma sub-
pericondral en el pabellón auricular, explorar el conducto auditivo externo
para visualizar heridas y/o salida de líquido cefalorraquídeo, y realizar una
otoscopia para descartar hemotímpano.
A nivel nasal debe palparse siempre la pirámide nasal. En pacientes pediá-
tricos es más frecuente que las fracturas nasales sean de tipo cartilaginoso.
Buscaremos escalones en el dorso y las paredes laterales. La crepitación se
considera un signo de fractura. Se debe examinar el interior de la nariz con el
rinoscopio para descartar laceraciones y hematomas septales que requieren
un tratamiento urgente para evitar posteriores complicaciones. Además hay
que valorar la existencia de desviaciones en el tabique. La presencia de rino-
licuorrea orienta a una fractura de la lámina cribosa o de la pared posterior del
seno frontal.
A nivel del maxilar superior hay que valorar la existencia de movilidad
ósea. Para ello colocaremos una mano en la frente del paciente y con la otra
haciendo pinza en el bloque dentoalveolar superior, realizaremos movimien-
tos en sentido anteroposterior, observando la presencia/ausencia de movili-
dad y el nivel de la misma.
A nivel mandibular la presencia de crepitación, trismus, maloclusión,
movilidad anómala y anestesia del nervio dentario inferior son signos de frac-
tura mandibular. Se ha de explorar la ATM.
Las alteraciones en la oclusión dentaria nos orientarán hacia el tipo de
fractura mandibular: contacto prematuro posterior y mordida abierta anterior
(fractura bicondílea o de ángulo), mordida abierta posterior (fractura para-
sinfisaria o de proceso alveolar anterior), mordida abierta unilateral (fractura
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